¿Un marido? No, gracias. Quiero ser «libre»

Este artículo va de lo que puede pasar cuando lo que vives no te gusta y quieres dejarlo.

Este artículo va de lo que puede pasar cuando lo que vives no te gusta y quieres dejarlo.

Una noche, caminando por una de las calles oscuras de Madrid en medio de un enero muy frío, Mari sintió que desfallecía.

Salía de trabajar, arrastrando los pies, despacio, sin ganas de llegar a casa.

Otra vez sentía que quería separarse.

Otra vez nacía en ella las ganas de mandarlo todo a la mierda.

Y otra vez el miedo a cómo lo tomarían sus hijos, su madre ya mayor, y su propio marido, ya tantas veces advertido.

Claro que sentía pena por él, pero más pena sentía por ella misma.

Estaba muriéndose en vida.

Y no quería morir.

De hecho, a veces soñaba despierta con que fuera él quien se muriera y así poder salir de su pesadilla.

Su marido era un tipo normal. Con sus cosas, como todos.

De vez en cuando la criticaba.

De vez en cuando estaban en desacuerdo por la crianza de los hijos.

De vez en cuando quería solo tomarse un par de cervezas y quedarse consigo mismo, pensando quién sabe en qué.

Y casi siempre hacía lo que quería.

Mari no.

Mari se aguantaba todo. Hacía las cosas porque tocan, porque si no quién las va a hacer.

Y ya no podía más con aquello.

Tenía un grandísimo deseo de ser libre y pensaba que la libertad era estar sin él.

Así que esa noche llegó a casa, recogió sus cosas y se fue.

No te voy a contar cómo termina la historia.

Porque te invito a ti a terminarla. ¿Qué harías tú?

Mari quiere libertad.

Y está convencida que la solución es dejando al marido. 

De que la culpa de todo su malestar es él y solo él.

  • Hay quién quiere tener más dinero y cree que la solución es solo cambiando de trabajo.
  • Hay quién quiere morirse y volver a nacer para tener más salud o un cuerpo 10.
  • Hay quién cambia de dieta constantemente, o de gimnasio o de gurú, porque no se encuentra bien en ningún sitio.

Si Mari fuera mi cliente le diría que empezara por mirar hacia dentro.

Tengo la certeza de que llegaría más lejos, que sería realmente más libre y más feliz. 

Como lo han vivido tantas personas a las que he acompañado, y yo misma, por supuesto.

Pero se tiene que enfrentar a tomar la responsabilidad de su vida.

Va a tener que dejar de echar las culpas fuera.

Tendría que poner en duda eso de «¿Quién necesita un marido cuando puedes tener libertad?«.

Pero la acompañaría de la mano a experimentar que otra forma de vivir es posible.

Y que va más allá de querer dejar o cambiar la situación externa.

Que puede dejar o no al marido y seguir siendo infeliz y seguirse sintiendo dentro de una cárcel.

El cambio tiene que ver con el viaje interior.

Si te interesa este tema y mi acompañamiento en tu evolución, estás de «suerte».

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Un abrazo y que tengas lindo día.

Naylín

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