Esto que te comparto hoy puede que duela, al menos un poco.
Pero es un dolor que invita a la evolución, a ir a más y a mejor.
Nota: Aunque la historia va de bragas menstruales, ni me interesa que las compres ni el mensaje va de eso.
Va mucho más allá.
Te cuento:
Había pasado casi un año desde que me hablaron diferentes amigas de las bragas menstruales.
Qué cómodas. Qué maravilla. Esto es otra cosa. Me decían.
Y yo entraba a las páginas donde la vendían en Internet, miraba un poco, y por alguna extraña razón, terminaba saliendo sin comprar.
Mi proceso menstrual no te lo voy a contar, porque no lo veo útil.
Pero sí te cuento que cómodo NO era.
Poner, vaciar, limpiar, lavar… Un poco rollo para mí.
Y aún sabiendo que lo de las bragas menstruales podría ser un cambio, no me decidía.
Un día una amiga me dijo:
- ¿quieres estas? Las compré y me han quedado grandes. Te las vendo 5€ menos.
Y las compré.
Y mi vida durante la menstruación cambió.
CÓMO ME FUNCIONA A MÍ
De lo que me di cuenta es que mi nivel de satisfacción estaba muy bajo.
Excesivamente bajo.
O sea, me daba igual quedarme en la incomodidad unos años más, que dar un pequeño paso hacia más satisfacción.
Y lo que puede “doler” de esto, es que ese bajo nivel de satisfacción lo tenemos, por lo general, con casi todo.
- Con nuestras relaciones.
- Con nuestro trabajo.
- Con nuestra relación con el cuerpo.
- Con nuestra relación con el dinero.
- Con nuestra relación con nuestra evolución.
Quizás por miedo a no ser queridos, a no ser valorados, a quedarnos solos, o simplemente por pereza o ignorancia, nos quedamos ahí y no vamos a más.
MOMENTO AUTORREFERENTE
¿Esto te resuena?
¿Te parece que en algún área de tu vida tienes un bajo nivel de satisfacción?
A veces cuesta abrir los ojos y verlo.
Otras veces cuesta dar el paso a una satisfacción mayor.
¿Y sabes? Cada día envío un correo a miles de personas que quieren aumentar su satisfacción en la vida, que quieren evolucionar, despertar, se más felices.
Si tú también quieres recibirlo, deja tu correo debajo y me encargaré del resto.
Un abrazo!
Naylín