Cuando te dejas arrasar por esa parte más animal tuya, la puedes cagar muy fácil.
Con un cliente, con una decisión, con un empleado, da igual.
Te pongo un ejemplo muy pero que muy sencillo y cotidiano.
El martes tuvimos una reunión.
Estamos creando un proyecto grupal que me parece interesante dirigido a empresarios, con personas con diferentes aportes, pero con un trasfondo común.
Pero ese es otro tema.
La reunión fue en un restaurante, y comimos allí.
Comida espectacular, vistas directas al mar, ambiente relajado…
Todo bien.
Solo que llegué a la comida con un hambre 0 (en la escala del 0 al 10).
Y terminé llena 10, en esa misma escala.
O sea, el ABC de lo que sé que no le viene bien al cuerpo.
¿No estaba atenta en lo que comía por la conversación?
Sí que sabía todo lo que me estaba comiendo.
¿Me estaban apuntando con una pistola a la cabeza para que me lo comiera todo?
Tampoco, era un ambiente relajado.
¿Y entonces?
Ya sabes, puro arrase.
La comida estaba muy buena, tenía mucha hambre, los postres eran una cosa espectacular…
O sea, puro arrase inconsciente, imparable.
Me dejé llevar.
Y me pasó factura, claro.
Malestar toda la tarde hasta que en la noche lo solté todo en el váter.
Y sentirme mal por comer así un día no pasa nada.
Pero si me dejo arrasar por lo que me gusta (mi piloto automático) y sé que no me hace bien un día y otro y otro, pues las implicaciones en mi vida y en mi empresa pueden ser muy grandes, ¿no te parece?
🔔CÓMO ME FUNCIONA A MÍ
Me entreno cada día para no llegar a ese punto de arrase.
Y aún así, a veces llego.
💡MOMENTO PARA TI
¿Te has puesto por un momento a observar en qué situaciones actúas en piloto automático?
¿Qué efectos tiene en tu vida y en tu empresa?
Te leo en los comentarios, si quieres compartir.
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Un abrazo,
Naylín