Imagina que alguien te dice algo que percibes como crítica.
Y uno una cosa, sino varias. Una detrás de la otra.
Imagina que al escuchar a esa persona sientes frustración, rabia, dolor.
– Jolín, solo ve eso de mí?!?
¿Te ha pasado?
Por lo general en estas situaciones suele surgir «la venganza».
Ah, que me estás diciendo todo eso y «me estás haciendo sentir mal». Pues toma!
Y le vomitas al otro toda tu mejor defensa.
Oye, pero hay otra forma.
A mí me es súper útil y esta mañana me ha pasado y la he aprovechado muchísimo.
Te cuento,
Ya yo sé «de qué pata cojeo». (Hasta donde llego a ver, claro)
O sea, yo sé de algunos pensamientos inconscientes que me hacen experimentar la vida de una determinada manera, que me produce una emoción que no me gusta.
O sea, sufrimiento.
Y esta mañana, mientras me decían esas cosas y yo sentía rabia y dolor y alguna lágrima salía… y mi ego hacía intentos de defenderse… otra parte de mí estaba agradecida.
¿En serio, Naylín?
Pues sí, de hecho, lo logré verbalizar. – GRACIAS. Dije.
Porque pude ver sin reaccionar hacia fuera, que estaba mirando con los ojos de mis condicionamientos.
Y entonces el malestar duró menos, mucho menos…
A eso me refiero cuando hablo de limpiar la mente.
No meditar para evadirme. O para conectar con la kundalini del planeta. (que está perfecto para quien quiera hacerlo, por supuesto)
Meditar para conocerme. Para darme cuenta desde dónde hago lo que hago y parar a tiempo el sufrimiento.
Meditar para limpiar la mente, tiene como consecuencia ser más feliz.
¿Te vale?
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Un abrazo y que tengas lindo día.
Naylín